Cuando Simone llora, lo hace por todo el
cuerpo. A veces llora por los ojos, pero la mayoría de las veces llora por los
brazos, por los hombros, por el pecho, por el vientre y hasta por las rodillas
y por los talones. A veces, sólo en contadas ocasiones, Simone llora por todo
el cuerpo a la vez.
Simone llora porque lo necesita. Es algo que nunca
ha podido aguantarse y lo sabe porque una vez lo intentó. Cuando era pequeña
Simone estaba cansada de que todos le dijeran que lloraba mucho. Siempre se reían de ella cuando se ponía a
llorar sin causa aparente, por eso un día que tenía muchas ganas de llorar decidió
aguantarse el llanto y fue entonces cuando comenzó a llorar por los hombros. Lo
que le estaba pasando le dio tanto miedo que se puso a llorar más y más y las
lágrimas comenzaron a salirle por los codos, por los pechos y por los dedos de
las manos. Sólo pudo parar cuando el llanto que le manaba por las plantas de
los pies comenzó a hacerle cosquillas. Las lágrimas, poco a poco, se le fueron
mezclando con la risa hasta que acabó riéndose a carcajadas.
Después de llorar, Simone siempre se siente
más limpia, ligera y contenta. Y como siempre, si aparece el sol justo con las
últimas lágrimas, a Simone también le sale el arcoíris.
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